Los beneficios del ejercicio en personas con cáncer
Todo el mundo ha escuchado los innumerables beneficios que el ejercicio regular aporta, pero no nos quedemos únicamente con la mejora de la fuerza, la velocidad, la flexibilidad o la resistencia, pues si analizamos bien los beneficios que nos puede aportar el ejercicio podemos encontrar que a demás de mejorar la condición física general, ayuda a:
– Al incrementar el funcionamiento del sistema cardiovascular y respiratorio, aseguramos que el oxígeno llegue a los tejidos y contribuye a eliminar toxinas de nuestro cuerpo, lo cual nos proporciona una mayor longevidad y retarda los síntomas de la vejez.
– Fortalece los huesos, cartílagos, tendones y ligamentos de forma que no solo aumentamos nuestra fuerza, sino también nuestra flexibilidad y equilibrio.
– Libera endorfinas que favorecen la eliminación del estrés y la conciliación del sueño, por lo que es aconsejado en casos de ansiedad y depresión.
– A demás, tiene beneficiosos efectos para la pérdida de peso, control del colesterol (pues ayuda a disolver coágulos en la sangre) y mejora nuestro aspecto físico.
Sabemos el importante papel que juega el deporte en la prevención de dolencias y enfermedades, por ejemplo, el ejercicio aumenta la frecuencia de movimientos del intestino, lo que hace que se eliminen mayores toxinas y agentes cancerígenos que se acumulan como desechos y que pueden causar cáncer de colon. No obstante ahora esos beneficios se han trasladado también a los pacientes de cáncer, y esto es algo mucho más novedoso, pues si bien sabíamos que el ejercicio ayuda a reducir notablemente los riegos de contraer cáncer, no se había estudiado su efecto en personas con tratamiento activo.
La mayoría de personas que padecen esta enfermedad, tienen que enfrentarse a severos tratamientos que les provocan una gran sensación de cansancio. Realizar pequeñas sesiones controladas de ejercicio (siempre previo estudio del estado de salud del paciente) puede ser beneficioso a la hora de contrarrestar esa fatiga a demás de ayudar a largo plazo a paliar los síntomas de la enfermedad y a elevar el ánimo de los pacientes.
El deporte ayuda a vencer el cáncer
Varios estudios médicos han demostrado que un paciente con cáncer que es físicamente activo, según lo aconsejado por su médico, es más capaz de combatir los síntomas del cáncer. La práctica regular de la actividad física proporciona una mejora notable.
Sin embargo, aunque se reconocen los beneficios del deporte para los pacientes con cáncer, la práctica de la actividad física durante el tratamiento no está muy extendida entre ellos. Como herramienta terapéutica, el deporte debe convertirse en una parte integral del tratamiento del cáncer por una variedad de razones:
- La actividad física adecuada reduce significativamente la secreción de hormonas que causan crecimiento canceroso, como estrógeno, insulina e IGF1. También reduce sus factores de crecimiento
- El deporte reduce la fatiga constante que experimentan los pacientes con cáncer en un 80%;
- La actividad física inhibe eficazmente la producción de leptina, que promueve el desarrollo tumoral al inducir al cuerpo a secretar adiponectina, que bloquea el crecimiento de las células cancerosas;
- Para los pacientes con cáncer, los deportes limitan los efectos secundarios de esta enfermedad. De hecho, a través de la fabricación de nuevas fibras musculares, la actividad física compensa la pérdida de masa muscular. Como resultado, hay una reducción en el dolor de huesos y músculos;
- La actividad atlética adaptada para pacientes con cáncer, cuyo tumor ha sido detectado en etapas avanzadas, reduce visiblemente el riesgo de mortalidad y recaída;
- Con respecto al aspecto psicológico, el deporte es una verdadera arma antidepresiva y antidepresiva para pacientes con cáncer. De hecho, les da placer y les ayuda a reconciliarse con su cuerpo.
Actividad física y cáncer: datos científicos disponibles
Una gran cantidad de estudios indican que las personas físicamente activas (hombres o mujeres) tienen un menor riesgo de incidencia de cáncer y mortalidad, independientemente de su ubicación. Los efectos conjuntos de la dieta y otras conductas de salud a veces dificultan la interpretación de estos estudios. Los datos WCRF 2011 (Informe del cáncer colorrectal, 2011), confirman que la reducción del riesgo en pacientes (hombres y mujeres) físicamente más activa en comparación con menos activo, es similar según la localización del tumor (proximal o distal) en el colon (Boyle, 2012). Otro estudio publicado en 2014 también describe el efecto beneficioso de la actividad física en el cáncer de colon (Aleksandrova K, 2014). Para el cáncer de mama en mujeres, los resultados actualizados de la WCRF de 2014 (Informe de supervivientes de cáncer de mama, 2014) muestran una reducción del riesgo premenopáusico del 23% en los pacientes más activos en comparación con aquellos con actividad física reducida (Wu, 2013). En mujeres posmenopáusicas, la reducción del riesgo es del 30% (Lee, 2003). Otros resultados también sugieren que la actividad física puede tener un efecto protector contra el cáncer de pulmón (Steindorf, 2006).
Los principales mecanismos que pueden explicar el efecto beneficioso de la actividad física sobre el riesgo de cáncer en general, están relacionados con su impacto sobre el peso y la adiposidad abdominal. La actividad física podría reducir específicamente el riesgo de cáncer de colon al acelerar el tránsito intestinal, reduciendo el tiempo de exposición de la mucosa digestiva a los carcinógenos transmitidos por los alimentos. Con respecto al cáncer de mama posmenopáusico y endometrial, la actividad física desempeñaría un papel protector al disminuir los niveles de estrógenos y estimular la inmunidad (particularmente los niveles circulantes de insulina y otros factores relacionados con la hormona de crecimiento (IFG1).
Varios estudios científicos han concluido que la actividad física regular comenzó después del diagnóstico de cáncer de mama reduce significativamente la mortalidad general, la mortalidad por cáncer de mama y la recurrencia del cáncer de mama. Así, en el estudio de los EE.UU. de 121.700 enfermeras, el riesgo de muerte por cáncer de mama o la recurrencia del cáncer de mama se reduce en un 20 a 50% en las mujeres que están caminando 3 a 5 horas por semana, en comparación aquellos que caminan menos de 3 horas a la semana (Holmes, 2005). Estos resultados fueron confirmados por el estudio WHEL (mujeres alimentación saludable y el estudio sobre la vida) que paga un menor riesgo de recaída en un 44% para las mujeres que caminan 30 minutos al día 6 días a la semana (Saquib, 2007).
El ejercicio físico es uno de los medios ahora bien descritos para mejorar la fatiga independientemente del cáncer. Se establece la efectividad del ejercicio físico y se recomienda su uso durante y después del tratamiento. Sin embargo, aún se necesitan estudios para determinar el tipo de ejercicio óptimo y el momento más apropiado (Cramp, 2008, Cramp, 2012).
Para los pacientes con cáncer de mama, la actividad física durante el tratamiento mejora su calidad de vida, su estado psicológico, sus capacidades físicas y sus posibilidades de recuperación (Touillaud, 2013; Foucaut (a), 2014, Foucaut (b), 2014). Limita los riesgos de sobrepeso y osteoporosis. Estos beneficios no tienen ningún efecto adverso o peligro, siempre que cumplan los criterios para seleccionar, establecer y controlar a los pacientes (recomendaciones para la práctica clínica Saint-Paul de Vence, 2009).
En este contexto, la actividad física debe ser propuesta a los pacientes y facilitada (AFSOS referencial, 2013). Muchos ejercicios son posibles para personas con cáncer.
Los protocolos de investigación están en progreso para validar la contribución de los programas de actividad física a pacientes con cáncer en el contexto francés, con el fin de obtener su aplicación de una manera institucional y práctica.
El Instituto Nacional del Cáncer (INCa) publicó el 30 de marzo de 2017 un inventario de los conocimientos sobre los beneficios de la actividad física en pacientes con cáncer. Este informe y su síntesis también proporcionan claves prácticas para que los profesionales de la salud inicien o mantengan la actividad física durante y después del cáncer. Este informe concluye con un beneficio de la actividad física en:
- prevención o corrección del desacondicionamiento físico;
- mantener y / o normalizar la composición corporal;
- una reducción en la fatiga del cáncer y una mejora general en la calidad de vida;
- una mejora en la tolerancia de los tratamientos y sus efectos a mediano y largo plazo;
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