▷ 4 Buenas Razones Para Practicar Yoga Al Aire Libre

4 Buenas razones para practicar Yoga al aire libre

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Los investigadores recomiendan encarecidamente hacer yoga en la naturaleza cuando hace buen tiempo.

Uno de los beneficios del yoga es que puede realizarse casi en cualquier parte, especialmente en la naturaleza, lo que enriquece la experiencia, muy diferente de la que se produce en el estudio. Un estudio sueco ha demostrado recientemente que ver la naturaleza, especialmente los fractales (patrones infinitamente repetidos en las ramas de los árboles y las hojas de los helechos, por ejemplo), promueve la relajación y la concentración, dos elementos clave del yoga Con mal tiempo, es mejor practicar yoga en interiores, pero cuando hace buen tiempo, ¿por qué no ir a una sesión al aire libre?

Te presentamos nuestras 4 buenas razones para hacer yoga en el exterior

La naturaleza nos conecta con nuestras raíces. La hierba, el océano, los árboles nos permiten reconectarnos con nuestro mundo primitivo. Los beneficios del senderismo son muy elogiados, pero simplemente realizar yoga en el propio jardín puede sacarlo de su rutina y puede ser altamente estimulante.

La naturaleza puede recargar las baterías.

Nuestro sistema nervioso reacciona a momentos de estrés con destellos de energía, un reflejo de supervivencia que hemos mantenido desde el momento de la caza y la recolección. Cuando pasas tiempo en la naturaleza, el cerebro recibe señales que indican que el cuerpo se ha reintegrado a su entorno natural y se está reprogramando para recuperar el estado de alerta. Por lo tanto, cuando estás en un bosque, las sensaciones de energía y vitalidad se multiplican por diez. Estas son las condiciones ideales para realizar una sesión de vinyasa dinámica.

Un entorno natural puede estimular los sentidos.

Cuando sales de una clase de yoga, todos tus sentidos están despiertos. El olfato, la vista y el tacto activan ciertas áreas del cerebro a través de las cuales te vuelves más presente. «El aire fresco promueve la conciencia de la respiración, realmente siento que el oxígeno circula por mi cuerpo, vaciando mi mente y me da energía», dice un profesor de yoga. Los investigadores incluso han descubierto que la belleza del marco permite la liberación de endorfinas, las hormonas del bienestar. Se ha sugerido que el verde puede ser el modo predeterminado del cerebro. El contacto con el pasto o la arena ayuda a estimular los sentidos, y si te encuentras en un terreno irregular, refuerza tu cinturón de regazo. Poco a poco, la sesión de yoga se convierte en una experiencia de los sentidos que cierra la puerta de esta parte del cerebro que nos hace reflexionar para centrarnos en el momento presente.

Hacer yoga en un nuevo entorno puede desarrollar confianza en uno mismo.

Es posible que no estemos tranquilos durante la primera sesión de yoga al aire libre. Es más fácil practicar en un entorno definido al que está acostumbrado. El hábito trae una sensación de seguridad, pero salir de su zona de confort da lugar a una interpretación completamente nueva de la sesión de yoga. Imagine un saludo al sol bajo el sol, o la postura del árbol frente a un roble, ¡y ya no es un punto fijo en una pared! El cuerpo es una herramienta de investigación, depende de todos aprender a usarlo.

El aire libre puede aumentar los beneficios de la meditación.

Ya se ha demostrado científicamente que en sujetos que regularmente practican meditación, la amígdala, parte del cerebro responsable de la respuesta de lucha o huida, era más pequeña. Casualmente, los estudios han demostrado que las personas que viven en el campo tienen una menor concentración de cortisol, la hormona del estrés, que las personas que viven en la ciudad. Además, Buda no estaba meditando en el interior así que … ¿qué estás esperando para desenrollar tu colchoneta?

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